Ya estamos de vuelta de nuestra excursión
betetera por las Aldeas Históricas de Portugal, bien lo hemos pasado los siete
ciclistas, Nico, Miguel, David, Albi, Juan Manuel, Joaquín y yo mismo. Hemos
tenido un tiempo estupendo para el ciclismo de montaña, con casi todos los
climas posibles concentrados en cuatro días de peor a mejor, empezando por
lluvia y pelea contra los charcos y acabando con un cielo azul y sol espléndido
que ha dejado las frentes de algunos quemadas como la de un guiri, hay que ir
preparado para todo y echarse crema solar debajo del pasamontañas.
Llevábamos tiempo preparando esta salida,
tradicional todas las primaveras (y todos los otoños), tras varios descartes
iniciales elegimos la zona de las Aldeas Históricas Portuguesas, está aún poco
transitada (nos costó encontrar tracks y blogs en la fase de documentación),
pero es una zona con futuro para el turismo ciclista.
Ya he descrito otras veces los roles del
equipo habitual: Nico y Miguel como Sherpas primero y segundo, trazadores de
rutas, mecánicos y documentalistas
gráficos; JM como conductor y bier provider, y yo mismo en la intendencia de
alojamientos y cronista. Las nuevas incorporaciones entran como aprendices de
todas estas tareas según sus gustos, muy pronto nos irán sustituyendo y
podremos los demás prejubilarnos, ceder la responsabilidad y dejarnos llevar en
carroza.
Tras muchas discusiones iniciales el trazado
quedó ya bien decidido: Almeida – Sabugal -Monsanto - Castelo Novo - Dornelas
do Zézere, y vuelta en un microbús hasta Almeida. Dos tendencias aquí como
siempre, los partidarios de matarse a kilómetros y ascensión que querían
completar todo el trazado circular en cuatro días (incorporando Linhares y
Trancoso y atravesando toda la Serra da Estrelha), y los prudentes o turísticos
o tripeiros, que buscaban un recorrido más relajado que nos permitiera ver con
calma las aldeas y monumentos, los amigos lectores del grupo ciclista ya han
situado mentalmente a cada quién en su bando. Al final se llegó a un entente y
quedó un recorrido exigente pero con tiempo para casi todo, hicimos la mitad
sur y para otra cita queda la mitad norte.
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Portugal nos gusta mucho, los alojamientos
son buenos y baratos, los paisajes muy verdes y los pueblos monumentales y bien
conservados. Por estas zonas interiores aún es posible comer como antes se
comía en Portugal (por Lisboa ya no), es decir, a precios baratísimos y con
raciones generosas de cosas muy ricas, estupendas sopas espesas, bacalaos en
todas sus formas, carnaza y muchas verduras sanas y ensaladas (para acompañar).
Eso cuando encuentras dónde comer, porque en tres ocasiones nos sorprendió la
hora del almoço en un pueblo sin restaurantes, y tuvimos que engañar el hambre
hasta la cena con unas cervezas y unos bolsones de patatas.
La gente en los pueblos es muy educada,
siempre te desean “Bom día” y siempre
tienen ganas de ayudar. Me refiero a la gente que vimos, porque hay muy poca
gente en los pueblos, algunos los atravesamos sin ver una sola persona,
seguramente en verano la cosa es distinta. En cambio los perros portugueses no
son amigables, hay docenas, encadenados en sus casetas y ladrando y enseñando
los dientes, así se justifican y se ganan su mendrugo, ¡qué bulla!.
La
naturaleza está hermosa, al menos ahora en primavera, el paisaje dominante es
de amplias dehesas verdes de encinas o de inmensos alcornoques, el corcho debe
valer mucho dinero, porque hasta el último y más aislado del país está
descortezado. Muchos ríos de todos los tamaños pero casi siempre de aguas
claras, debe de haber muchas truchas aquí, me recordaba en eso a Asturias o
Galicia. Sierras y montañas de granito que hacen un curioso paisaje de berrocal,
la mayoría de los pueblos edificados en lo alto, algunos como Monsanto con las
casas hechas sobre o entre las propias bolas de piedra. El cultivo de moda este
año parece ser la colza, se ve que las subvenciones europeas han cambiado porque
ya no hay girasoles, no importa, la colza da también bonitos campos de flor
amarilla. Muchos olivos, algunas cepas viejas y poco cuidadas, muchos pinares y
cómo no, eucaliptales que van cubriendo más y más extensión, las pistas en
ellos aparecen resecas y arenosas.
Terminamos con esta etapa cero, para el
próximo blog dejamos ya la acción ciclista, la cosa promete de barrizales,
vadeos y subidas imposibles pero hoy no, mañana…
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