martes, 13 de mayo de 2014

El Mercado de Ganado

Hemos pasado unos dias en Unquera, en la raya entre Cantabria y Asturias,  el rio Deva Cares separa allí dos provincias y dos comunidades autónomas, estás aquí en Unquera y estás en Cantabria, las vacas son cántabras, cruzas el puente y estás en Bustio, en Asturias, ahora les vaques son asturianes.

El viernes, mientras desayunábamos las corbatas de cada día (en Canal, por supuesto) notamos en la cafetería una agitación inusual, mucha gente nueva, y preguntamos al dueño qué ocurría, nos contó que se celebraba en las campas de la ría (orilla cántabra) la exhibición de ganado, y nosotros, ávidos siempre de novedades y de cosas auténticas nos fuimos para allá a verlo. 

Una mañana muy divertida, mucha cosas que ver y aprender, de los bichos y de la gente, parece mentira que aún queden cosas como esta, parece una estampa bajada de una novela de Jose María de Pereda. Un recinto marcado sobre la hierba, junto al camino, un escenario provisional con altavoces que lanzan su música (asturianadas y canciones de la Montaña) con cencerros de cobre preparados para premiar a las mejores vacas y unos cuantos corrales provisionales con carteles que indicaban la raza de los animales, y el nombre del criador y su pueblo.

De momento es temprano y hay aún poco ganado por allí. Enseguida se ve lo mal que está el sector lácteo, sólo hay a  la venta ocho o diez novillas frisonas, todo lo demás es ganadería de carne, la mayoría razas autóctonas: Tudancas cántabras, con su aspecto de vaca de Astérix, capa gris metálico y gran cornamenta blanca retorcida y abierta, las Asturianas de Montaña, pardo clarito con formas redondeadas, patas cortas y ojos grandes y dulces, la Asturiana de los Valles, de bonito color rojizo, larga y musculosa (o carnosa), y la Parda Asturiana, una vaca que no veía yo desde que era pequeño, antes todas las que había por el monte eran así, gris claro, luego llegaron las manchas blancas y negras y lo invadieron todo.   Se ven también algunos especialistas en razas más exóticas, uno vende tres ponies, otro un rebaño de cabras enanas africanas, otro tres hermosos toros Highland escoceses, con sus inmensos cuernos horizontales y su largo pelo rojizo, estos sí que te retrotraen de verdad a la edad media.
Poco a poco el ferial se va llenando, los ganaderos con su inseparable vara de avellano en la mano para arrear un poco a las vacas (o un mucho, dependiendo de su humor y alegría), los tratantes con sombrero flexible demasiado pequeño para su cabezota, algunos paisanos que miran las vacas fingiendo poco interés, y unos pocos turistas como nosotros. Los perros de pastor son un espectáculo, ya son casi todos de raza Border Collie, permanecen acostados en tensión con un ojo fijo en sus vacas y otro en sus amos. Un turista trae un border faldero y el pobre perro descubre su vocación, se frota sobre las cagadas de las vacas para oler como ellas, mira con envidia a sus colegas profesionales,  es que lo llevan en la sangre.

Algunas mozas reivindican su origen, vienen con la vara en la mano y las madreñas en los pies arreando el ganado, como la Vaquera de la Finojosa, pero con el ojo pintado y mirando de reojo a los mozos, que parecen más interesados en tomar cervezas y calimochos apoyados en la barra de la cantina portátil. De cuando en cuando llega un camión al inicio de la pista y bajan más rebaños, y allí hacen su entrada triunfante en el recinto ferial, el dueño al frente hinchando el pecho orgullosísimo de su ganado, todos los demás ganaderos haciendo túnel con la vara en la mano hasta el portón del cercado asignado, un ritual que se repite una y otra vez. Cuando el rebaño es de vacas Asturianas de los valles o la montaña todo es tranquilo, cuando es de Tudancas todo el mundo se pone más nervioso y levanta el palo, la tensión se masca, esta raza es verdaderamente salvaje, y al fin llegan corriendo y levantando una gran polvareda, parecen una estampida de ñúes brincando y amagando cornadas a los lados hasta que entre todos logran meterlas al redil.


El día va avanzando y la feria está en su apogeo, todos los corrales están llenos de animales y toda la explanada llena de gente haciendo corrillos y comentando, por debajo de lo que se ve está lo que ocurre de verdad, los regateos y los tratos, de eso los turistas ni nos enteramos. Ya hemos mascado bastante polvo, muchas impresiones, con el olor del cucho en las narices y algo ensordecidos por la música de la gaita (qué instrumento más penetrante) damos por terminado el espectáculo sin quedarnos al reparto de cencerros, aprovecharemos el día, ¡hay muchas otras cosas que hacer en el Cantábrico!. 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Montes Universales (2) Tragacete.

 Fotos del día
Segundo dia de nuestra excursión ciclista por el Alto Tajo y los Universales, para mí el mejor de los tres, por paisajes y por ganas. El dia anterior había sido extraño, por el viaje previo en coche, por los largos tramos de carretera… este en cambio fue estupendo del principio al final. Seguimos por tierras aragonesas, pero saltando a Cuenca de vez en cuando, el tiempo de momento fresco y bueno para la bici, pese a los pronósticos de momento no llueve.
  
Tras un copioso desayuno en Bronchales (¿qué es eso de copioso?), nos pusimos a preparar las bicis, que habíamos dejado durmiendo en la discoteca del propio hotel, me hice una foto junto a la jaula de las go-go girls, el tiempo no pasa por algunos sitios. Foto delante del hotel, pagar, despedida y a tirar para arriba por la pista que sale detrás del pueblo y sube de firme hasta alcanzar los pinares altos de la sierra. Bonitas praderas alpinas y pinos cerrados, el suelo barroso y mojado hasta llegar a la Fuente de los Maquis, en honor de los últimos los guerrilleros republicanos. Hay pequeños ríos por todos lados, con el cartel de “Aguas de Alta Montaña”, eso son truchitas bravas y difíciles de pescar.

Tras las duras subidas toca una larga y agradable bajada por los pinares hasta Noguera, por el camino encontramos varios abrevaderos hechos con troncos de pino y un chorrillo que dice “Fuente Amarga” o “Fuente de Hierro”. Brota de un caño en la pared, y tanto el cuenco como el terreno alrededor están salpicados de rojo, aunque el agua parece clarísima. Con mucha curiosidad nos ponemos a beber y en efecto, sabe como si chuparas un tubo de hierro, ¿cuándo he chupado yo un tubo de hierro? pues no se, de pequeño, la sensación se me quedó. Fortalecidos por tan férrea bebida entramos en Nogales, un pueblo serrano y aragonés, aquí debe helar de firme, porque las aceras tienen barandillas como si fueran escaleras, para no resbalar. La iglesia tiene un curioso reloj de sol (dice “Almanaque San Román”, como si fuera algo patentado) con los meses del año y unos números misteriosos, a ver quién averigua para qué sirven, bueno, servir para nada, porque le falta el gnomón. Hablamos con  una señora sobre unos troncos retorcidos que tiene a la puerta del garaje, dice que es madera de jara, ideal para hacer chuletas en el monte. Le hago una foto con ellos “¡no me saques a mí!”, lo siento señora, ya está hecha, hasta estos pueblos ha llegado la preocupación por la imagen.

El track marca salida por arriba del pueblo, o mejor dicho, trepada por la ladera del valle hasta llegar a una carreterilla junto a un humilladero de ladrillo, humillados nos deja a nosotros la subida tan violenta. Seguimos por pistas y pinares, de cuando en cuando aparecen zonas de fina pizarra muy negra pobres en pinos, como si hubieran hecho un vertido de alquitrán en ellas, quizá sean pizarras bituminosas, no lo diremos muy alto para que no vengan aquí los del fracking a devastar el bosque. Mas subida por pistas y llegamos al punto más alto de hoy, sobre los 1.700 metros, miramos el paisaje, nos oxigenamos y nos tiramos cuesta abajo otra vez.

Por caminos llanos llegamos ya al pueblo de Griegos, no sabemos porqué se llamará así, pedaleamos perezosos por las vegas y me paro a leer la inscripción que hay en una cruz de cemento junto al camino, vaya, que triste y qué bonito, la levantó en 1957 “la juventud de Griegos” in memoriam por Maria Soriano, de 18 años, muerta en este mismo sitio alcanzada por el rayo. Más poética parece esta cruz que los cientos de ellas que hay por las carreteras conmemorando accidentes de tráfico, pero en efecto el cielo está encapotado y el terreno es muy abierto, así que aceleramos el paso, no vayamos a correr la misma suerte.

Atravesamos el pueblo sin parar y luego ciclamos por la dehesa boyal hasta llegar finalmente a Guadalaviar, muertos de hambre y con ganas de echar algo al cuerpo que no sean barritas y agua. Preguntamos por allí y nos dirigen a un bar muy majo y alternativo, con una bandera del Ché en la pared, un bajo eléctrico colgado de un gancho y un tabernero joven y con las orejas llenas de pendientes que nos ofrece todo tipo de
bocadillos calientes, pinchos, cervecitas heladas y buena conversación, el bar es alternativo, pero serio en lo fundamental, en la comida. De postre una compota de manzana receta de su abuela que está de muerte.

Sin tiempo para la digestión salimos por las mesetas altas buscando el nacimiento del Tajo, el paisaje ahora es de dehesa abierta, aquí deben de pegar fuerte el viento y el frío porque hay  sabinas rastreras que han preferido crecer a lo ancho y no a lo alto y forman un curioso paisaje, como si el suelo estuviera lleno de gigantescas boinas verdes. Un laguito, un regato y nos enteramos por los carteles de que aquí nace el Tajo, quién lo iba a decir. Hay cinco desproporcionadas estatuas monumentales pintadas de gris: el Padre Tajo, un toro, un caballero, un cáliz, una península de España, seguramente todo esto tiene un significado, pero  vaya usted a saber cuál es, todo junto parece una tienda de los chinos. De todos los nacimientos que veremos en este viaje el del río Cuervo es el único que lo parece de verdad, un nacimiento como es debido: un chorro de cascadas que salen de la roca haciendo ruido, los demás son sólo charquitos. Por otro cartel (qué exceso de información), me entero de que las truchas comunes pueden ser de tipo atlántico o mediterráneo, y que hay aún una variante aragonesa.

A la bici de nuevo y a seguir subiendo, y esta vez entramos en la parte más bonita y agradecida de la ruta, las navas de Valtablado, una gran llanura verde rodeada de bosques a mucha altura, el tiempo un poco neblinoso pero con mucha visibilidad, vamos ciclando lentamente por los márgenes y viendo cosas: rebaños de ciervos, un zorro que atraviesa corriendo los prados, caballos y vacas, un paisaje de película de Canadá. Llegamos a unas casas cerradas, pero recién restauradas para alojamiento rural, son unas antiguas salinas, hay unos estanques preparados para salar y agua, mucha agua por todos lados. Y barro, muchísimo barro, las ruedas de las bicis han adquirido una gruesa capa de barro y de grava, pesan varios kilos más de lo habitual, y se atascan los pasos de rueda. Me gustan los filetes empanados, pero las ruedas empanadas no son divertidas, cada poco rato hay que parar y con un palo quitar lo posible. La marcha es penosa, pero el paisaje nos compensa sobradamente.
Pasamos muchas portillas y ninguna tiene candado, yo voy pensando “que gente maja los aragoneses, en Madrid y Avila cada dos por tres tienes que saltar vallas, aquí se fían y están abiertas”, pero veo por los carteles que estamos de nuevo en Cuenca, en el Parque Natural de la Serranía, para que te fíes de los tópicos. En esta última parte de la ruta volvemos a remontar hasta los 1.700 metros, y a estas alturas las piernas ya no responden igual. El paisaje ahora sí es típico del alto Tajo, grandes plegamientos calcáreos, como masa de hojaldre esponjosa que la cocinera hubiera estado doblando y redoblando. Creo que estoy
ya muerto de hambre, este símil es muy indicativo, vamos a llamar a Tragacete a reservar una habitación en hostal con buen restaurante, lo estábamos aplazando porque no sabíamos si completaríamos ruta, pero parece que sí.

Sorpresa, los hostales de Tragacete están a rebosar el de El Gamo nos dice que tiene un grupo de ¡45 senderistas!, acaso vamos a tener que dormir sobre el sillín? Finalmente nos ofrece abrirnos unos apartamentos que tiene, y aceptamos sin verlos, la cosa es pillar una cama.

El camino ya por fin empieza a bajar, y bajar y bajar, ya era hora, pasamos por el presunto nacimiento del río Júcar, otra charquita, y pasamos por desfiladeros que mañana retomaremos en dirección contraria. Paramos en un algo desangelado albergue y tenemos tentaciones de quedarnos, así nos evitaríamos mañana seis kilómetros de subida, pero tenemos apalabrado el apartamento y le haríamos al hombre una faena, además este albergue parece muy básico, comida limitada y dormir en literas con desconocidos roncadores (para eso tenemos los nuestros), así que seguimos bajando y al fin llegamos a Tragacete y preguntamos a unos paseantes que nos encaminan a El Gamo. La señora ofrece traspasarnos su recién cerrada pensión, rechazamos amablemente, pero la dejamos jodida cuando le comentamos que Tragacete tiene los alojamientos a rebosar, debe pensar que dónde estaban esos turistas cuando ella era mesonera.

Hostal El Gamo, el apartamento apalabrado resulta fantástico, tres habitaciones dobles y dos baños, ascensor y toda la pesca. El restaurante muy bueno también, laureado por varias guías, acierto total. Dejamos las bicis a buen recaudo, nos duchamos y cenamos como corresponde, o sea mucho, migas con huevos, gamo a la plancha, albóndigas, todo ligero para tener buenos sueños. El dueño nos da palique y nos comenta que van a cerrar el cuartel del a Guardia Civil del pueblo y van a apatrullar desde otro cuartel a 50 km., y se van a gastar en gasolina lo que antes en mantenimiento del cuartel, esos son los ahorros de los políticos, dice.

Y así, con las piernas cansadísimas pero el buche lleno nos vamos a la cama sin ganas siquiera de dar un paseo por el  pueblo, me toca con Juan Manuel en el cuarto, puedo certificar que él no ronca y él dice que yo tampoco, entramos más bien en la categoría de los “respiradores fuertes”, no como otros. El dia ha sido duro, casi 90 kms y 1.500 de ascensión, pero el paisaje ha compensado y hemos seguido bien los tracks, no como mañana, que resultará un dia aciago, pero me callo que estoy reventando el artículo siguiente.Fotos del día